Unidad de Atención al Duelo de Funeraria Jaramillo

Hace unos días una mujer de edad adulta, en consulta, manifestó lo siguiente:

“Los últimos años, he tenido varias pérdidas, pareciera que cada año, una persona que amo debe irse de mi vida, a todos ellos, los tengo guardados en mi corazón, como una cajita, que cuando es abierta toca una canción, yo, cada vez que los recuerdo es como si sonara una canción suave, sé que me cuidan como yo cuidé de ellos. Pero, quisiera sentir lo mismo por mi bebé, sí, mi bebé, hace siete meses, perdí a mi pequeño, a mi hijo, a mi compañero, lo perdí y el dolor embarga mi alma”

Le pregunté: ¿Cómo se llamaba su ser querido, su pequeño?

Ella me compartió el nombre, y de inmediato exclamó: “Quizá esto le suene raro, pero mi pequeño, mi hijo, era mi perrito, no quiero decir que era mi mascota, porque él era mi hijo, me dio ese rol de madre”.

Mi pregunta en ese momento fue: Estimada, cuando me comenta si quizá esto me suene raro, ¿para usted es raro llamarle hijo a su pequeño (nombre)?

Ella respondió: No, pero una vez que me atreví a decirlo en voz alta, me dijeron que estaba loca, que es un animal, que no puedo llorarlo, que es pecado lo que estoy sintiendo, que solo es un perro, esas palabras me duelen en el alma. A veces solo quisiera que me entiendan, me abracen, me digan que lo sienten mucho, pero no tengo eso.

Este testimonio, es el claro ejemplo, sobre como la sociedad entiende el duelo tras la muerte de una mascota. Lo invalida, no como un acto de inhumanidad, sino más bien, desconocimiento. La invalidación es un factor de riesgo para transitar el duelo, pues sugiere a los dolientes vivir su dolor a solas, de manera normalizada y en silencio. Ante este contexto, es indispensable, rodearnos de recursos informativos, para ampliar nuestra visión sobre la temática propuesta del proceso de duelo tras el fallecimiento de una mascota.

El desarrollo del duelo que se experimenta tras el fallecimiento de una mascota, es equiparable al proceso de duelo frente a una pérdida humana (Field, Gavish, Orsini y Packman, 2009). Comprendiendo que, el doliente, podría transitar su duelo, en un periodo cuya duración oscila entre los 6 meses y un año (Dye y Wrobel, 2003). Este tiempo se acompaña de algunas expresiones emocionales frente a la ausencia física.

Si bien es cierto, las emociones que se desbordan por un ser amado, dependen del vínculo emocional, las repercusiones del fallecimiento alteran las actividades que tenía la familia y sobre todo los sentimientos que florecían frente a ese ser, la dinámica familiar se ve modificada y por ende reestructurada (Falagán, 2014). Frente a ello, se puede comprender que la mascota más allá de ser un animal, es un ser que vive, siente, acompaña, por ello la importancia de validar las emociones que los dolientes enfrentan hacia la pérdida, ya lo decía Charles Darwin, el amor por todas las criaturas vivientes será el más noble atributo del hombre. Este atributo implica que el recuerdo duela, pero también implica, que sea acompañado.

Las mascotas, brindan un amor incondicional a las personas, sobre todo, cuando han creado un vínculo especial; es por ello que la mascota, es la representación de la compañía desinteresada a tiempo completo, cuando fallecen, los dolientes pueden experimentar una incapacidad funcional en sus actividades (Adams et ál.,2000).

Sin embargo, no todos, logran entender que el duelo por mascota, es una realidad, y un dolor profundo que viven muchas familias (Walsh,2009). Se expresa a través de sentimientos de soledad, tristeza por la pérdida, nostalgia, culpa, pensamientos de que ninguna mascota reemplazará ese espacio, dolor al hablar (Barreto & Yi,2008). Es por ello que se vuelve fundamental brindar acompañamiento a quienes han perdido a su ser querido (mascota), o crear espacios de contención que sean como un abrigo al corazón de quien experimenta la pérdida.


En tal virtud, la pregunta que hace eco en cada una de las familias, es:

¿Qué podemos hacer?

1.Una de las sugerencias más presentes está, permitirse ser acompañado por un profesional de la salud mental.

2.Si es un familiar, amigo, conocido que ha perdido a su ser querido (mascota) expresarle las condolencias de forma asertiva, transmita solidaridad, esperanza. Si mantiene un vínculo cercano, bríndele un abrazo, su presencia ya dice bastante “estoy aquí contigo”.

3.Evite invalidar el dolor de quienes experimentan la ausencia física de su ser querido (mascota), con frases como: “Era solo una mascota” “es solo un perro” “los gatos siempre se van, esta no era la excepción” “no llores por eso, hay cosas más fuertes en la vida”.

4.Practique Rituales funerarios para honrar al ser querido (mascota), entre ellos: La cremación individual, mantener las cenizas en casa y colocarlas en un lugar significativo, establecer una inhumación. Por otro lado, se sugiere llevar a cabo rituales conmemorativos, a través de la expresión de discursos sobre los momentos vividos con la mascota, transmisión de un video que evoque el tiempo compartido, la utilización de una caja sagrada para colocar las pertenencias de la mascota, escribir una carta como un acto simbólico y de expresión a través de la narración etc.

El duelo por la pérdida de una mascota es una experiencia profundamente personal y emocional. La tristeza que sentimos es un testimonio del amor y el vínculo que compartimos con nuestros fieles compañeros. Permitirse experimentar y expresar las emociones asociadas con el duelo es fundamental para sanar. Podemos encontrar esperanza en los recuerdos felices que compartimos con nuestras mascotas y en el conocimiento de que el amor y la conexión que experimentamos con ellas perdurarán en nuestros corazones para siempre.

“Adiós amigo, Sin embargo, no es un adiós. Donde yo estoy. Vosotros también habitareis. Me he ido, pero estaré en el tiempo de un latido del corazón, en el paso de una hormiga gris. Cuando lleguéis donde yo he pisado, te maravillarás”

Poema para mascotas.
After Death, Edwin Arnold.

Referencias:

Adams, C.L., Bonnett, B.N. y Meek, A.H. (2000). Predictors of owner response to companion animal death. Journal of the American Veterinary Medical Association, 217(9), 1303- 1309.

Barreto, P., Yi, P. y Soler, C. (2008). Predictores de duelo complicado. Psicooncología, 5(2-3), 383- 400.

Falagán, N. (2014). El duelo diagnóstico, abordaje del duelo normal y complicado. Alicante:Cantabria.

Field, N.P., Gavish, R., Orsini, L. y Packman, W. (2009). Role of attachment in response to pet loss. Death Studies, 33(4), 334- 355.

Walsh, F. (2009). Human- animal bonds II: The role of pets in family systems and family therapy. Family Process, 48(4), 481- 499.

Wrobel, T.A. y Dye, A. (2003). Grieving pet death: normative, gender and attachment issues. Omega, 47(4), 385- 393.

By Remanso

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